formación

Estos años he ido descubriendo una determinada forma de entender lo formativo, a partir de mi propia experiencia. He aprendido más cuanto más he viajado de mis vivencias a la lectura. En tanto en cuanto he podido reflexionar apoyado sobre diferentes textos y personas he podido aprender mejor.

Tal y como explican desde el marxismo, cuando hablaban del concepto de «praxis», entiendo que es un artificio la línea que separa el hacer del aprender. El conocimiento es en tanto que se hace. Es por eso que lo formativo, bajo mi manera de entenderlo, es conocimiento situado. Tal y como decían unas amigas hace poco desde tierras uruguayas, «conocimiento sucio», implicado, embarrado en lo real.

Desde este lugar trabajo desde propuestas formativas que partan de lo vivencial a lo teórico. Me gusta proponer experiencias de las que podamos aprender colectivamente.

El aprendizaje, tal y como ocurre con tantos otros planos de lo humano, es relacional. Solo colectivamente podemos generar conocimientos realmente significativos. Solo a partir de los aportes de otras personas en el pasado, o en el presente podemos aprender. La comunidad, el grupo posibilitan el vínculo que da sentido al aprendizaje.

A su vez, me interesa el aprendizaje como una manera de «aprehender» la realidad: como una herramienta que nos conecta con la realidad, que nos permita categorizar lo que ocurre de modos más creativos…